Quizás tú sientes que
el dinero, el poder, o encontrar a tu pareja puede ser el sentido de tu vida, O
quizás buscas el sentido de tu vida en las opiniones y en la búsqueda de
aprobación de tus amigos, tus padres, etc., pero siempre acabas sintiéndote
igual: con una sensación interior de desesperanza y vacío.
Pero lo más interesante, es que el sentido de tu vida lo
sientes, por primera vez, cuando sufres un gran estremecimiento emocional o
está en peligro tu vida.
Es, en esos momentos, cuando todo aparece tan claro como si,
después de una tarde con neblina, esta se disipara y apareciera el sol,
reluciente, ante tus sorprendidos ojos.
¿Has hecho alguna vez el experimento de visualizarte en tu
propio funeral?
¿De imaginarte el recuerdo que deseas dejar en tus amigos y
tu familia?
Si no lo has hecho… imagínate por un instante, que hay una
tumba, que estás asistiendo a un funeral… y que abres la tapa, para ver a la
persona que está dentro… ¡y para tu sorpresa… ¡eres tú mismo!
Es tu propio funeral.
¿Por qué deseas que te recuerden las personas que están
asistiendo a tu funeral?... piensa por un instante…
Ahora, ¿Qué te hubiera gustado haber logrado? ¿Haber
experimentado?... piensa por unos instantes…
Para mí, resultó curioso que en lo que yo imaginé más en
este ejercicio, es en el amor… en los detalles aparentemente “tontos” de la
vida: en mi pequeña sobrinita, pícara y encantadora… en los hermosos momentos
que pasé con mi pareja… y en los instantes en que serví a alguien y lo ayudé…
me resultó asombroso darme cuenta que no me pasó por ningún instante el
concepto monetario… ni pensé en carros, casas, propiedades… nada de eso.
¿Te pasaron cosas parecidas a ti cuando hiciste el
ejercicio, de pura casualidad?
Recuerdo que en el libro bíblico de Proverbios, dice una
cita más o menos así: “He visto que no hay nada mejor para el hombre terrestre
que se regocije por el duro fruto de su trabajo, es el don de Dios”.
¿Qué es lo que te regocija a ti? Pueden ser pequeñas cosas,
desde caminar en un atardecer de lluvia, en un bosque, escuchando el suave
trino de los pájaros y peculiar sonido de los grillos al anochecer.
Llenarse los pulmones hondamente con el frescor y el aroma a
árbol mojado y hierba…
En lo personal, pocas cosas me dan tanto deleite como
despertarme temprano, caminar, y oler el delicioso aroma a fresco… escuchar aún
los cantos de los pájaros, y las calles todavía pacíficas y tranquilas, antes
del duro y nervioso ajetreo diario.
Y contemplar la luna en la noche, en la calle, ya casi sin
gente.
Quizás disfrutar de la compañía de una amiga, llenarme de su
sonrisa y del brillo de su mirada… de tener entre mis brazos a mi pequeña
sobrina… ¡en fin!
Con sabiduría, Dios dijo que en verdad no podríamos entrar
al reino de los cielos hasta que volviéramos a ser niños, y con profunda
admiración, ahora que convivo a diario con mi sobrinas de 6 y 2 años, puedo
comprender en toda su majestuosidad lo que significa esto.
Admiro de ellas su alegría eterna, de la felicidad que les
trae que les obsequie una simple goma de mascar, que las cargue… admiro la
seguridad en sí mismas, instintiva y natural que tienen.
Su terquedad para conseguir lo que quieren, a pesar de los
intentos manipuladores de los adultos para dominarlos con un “ya no te voy a
querer”, “eres malo”, “mira cómo te ve la gente”, “pareces niña”, “si te
comportas te compro esto”… me pregunto cuántos de nosotros nos quedamos
inconscientemente con esas manipulaciones desde niños.
Los niños no entienden el concepto del rencor. Puedes
insultarlos y pelear con ellos, pero al rato están como si nada. Y no fingen.
Es que así es la naturaleza de un niño.
Y tienen una capacidad inagotable para jugar y hacer cosas…
¡y ser felices!
Reflexioné, que toda mi lucha interior… ¡está enfocada a
volver a ser niño!
¡Tener la alegría y espontaneidad de un niño!
¡Aprender a perdonar y olvidar como un niño!
¡Tener la terquedad para conseguir lo que quiero, como un
niño!
Y por fin entendí aquella frase de Picasso: “A los 10 años
ya pintaba como uno de los grandes del Renacimiento… ¡pero tarde otros 50 para
volver a pintar como un niño!”.
Entonces, ¿Cuál es el sentido de la vida? Para mí, es vivir
permanentemente en el presente, disfrutando de todo, obedeciendo a los impulsos
de mi corazón… y haciendo lo que me hace más feliz, en cada momento.
Ya sea en mi trabajo, en el amor… ¡todo lo que esté haciendo
en todo momento y a cualquier hora! Así sea mientras viajo en transporte
público.
Sabes? Quizás hoy yo debería estar muerto. Si.
Ya han sido mucha veces que he podido haber muerto pero no
fue haci ya después de la experiencia me pregunté ¿Cuántas cosas inconclusas
hubiera dejado de mi vida sin hacer? ¿Cuántas personas que quiero y amo nunca
se los expresé? ¿Cuántas personas que me aman, o amaron nunca me lo dijeron y
yo jamás lo sabría?
La verdad, yo me considero muerto, estoy viviendo extra.
Y como estoy viviendo tiempo “extra”, aún tengo menos miedo
a intentar cosas que antes.
Y más disposición para amar y ser feliz. Tengo muchos sueños
por cumplir y espero que tú también los tengas.
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