A medida que pasan los años descubrimos que si tan sólo los
seres humanos nos esforzáramos en ser personas de bien, con grandeza en el
corazón y el alma, este mundo que nos trae de cabeza, sería mucho mejor.
También he aprendido que damos valor a lo que no lo tiene, y
las cosas importantes las dejamos de lado. La vida te enseña que no es mejor
persona el que todo lo tiene, sino el que es bondadoso de corazón. Todos
buscamos ser amados y apreciados, y al no conseguirlo caemos en el error de
comprar el cariño de los demás.
Mi padre decía que el respeto se gana, y que al fijarnos en
una persona lo hiciéramos con la mente abierta y el corazón más frió que
caliente.
Y sí, según pasan los años así lo voy confirmando: conviene
alejarse de las personas egocéntricas, aquellas que viven halagándose a sí
mismos. Por el contrario, es sabio rodearse de personas que te pongan a ti
primero antes que nada. Nada ni nadie debe darse el lujo de tratarnos como de
su propiedad, ni de hacer con nosotros lo que ellos quieran.
El amor se debe dar así sin más, de lo contrario no es amor.
Este mundo no es perfecto, las personas no lo somos, y por ello hay que tener
mucho cuidado de a quién entregamos nuestro amor y confianza, tiempo, esfuerzo
y sacrificio. Porque la persona que recibe eso de ti, debiera ser alguien que
no piense sólo en sí misma, debe ser alguien que se alegre de tus logros y te
preste sus brazos cuando caes. Debe ser alguien que esté siempre a tu lado, no
sólo para lo bueno sino también en los peores momentos. Si te entregas en
cuerpo y alma a alguien que no sea así, caerás y al hacerlo tendrás que
levantarte sola. Una relación así no te conviene nada, porque te lleva a ser
quien siempre da, recibiendo algo sólo cuando las cosas estén bien.
Nada de apegos, nunca son buenos, porque al apegarte a
alguien siempre estarás dependiendo de esa persona para todo. Si algo quieres,
ve a por ello: que nada ni nadie te lo impida, pues tú sabes qué es lo que te
conviene y qué mereces. Hay que ser buenas personas, conviene amar, pero sin
apegarse tanto como para perder la voluntad propia.
Sé fiel a ti mismo. Sé la persona que siempre querías ser,
vive conforme a tus propios criterios, a lo que a ti te hace feliz, no a lo que
los demás piensan que te haría feliz. Si quieres amar, ama libre y plenamente,
no te avergüences de decir “te quiero” o abrazar a quien te dé la gana, de reír
hasta que te duela la panza y decir garabatos si te parece que sería lo que se
merece quien está contigo. No vivas de forma reprimida, y aunque esto parezca
un poco fuerte, sólo con los años aprendemos que no tenemos por qué callar
cuando debemos hablar.
Busca alcanzar tu propia independencia. Tu seguridad no debe
depender de otros, has de encontrarlo en ti mismo, no dependas de otros para
saber que nada te faltará. No hay nada más fiable que conseguir las cosas por
tus propios medios, sé independiente: nadie necesita a nadie, lo que queremos
todos es que nos amemos con nuestros fallos y aciertos, pero sin que nos
aprisionen ni tampoco aprisionar a nadie; sólo así sabrás que el amor está en
cada uno, y no es obligado.
Evita las relaciones tormentosas, ya tenemos la suficiente
madurez para saber escoger. Muchas veces nos dejamos llevar por cosas superficiales
que no aportan nada en nuestras vidas, y demasiadas veces rechazamos e
ignoramos a personas que valían la pena, personas que igual incluso nos
llegaron a amar pero que las apartamos de nosotros por trivialidades y cosas
que con el tiempo te das cuentas de que no eran tan importantes como a su
tiempo creímos. El tiempo nos lleva a darnos cuenta de que demasiadas veces el
buen juicio se nos nubló al dejarnos llevar por las apariencias.
Aprendamos de los errores cometidos. El pasado ya no se
puede cambiar, para eso ya es tarde… sin embargo sí podemos aprender a hacer
caso a nuestro corazón y a pensar antes de actuar; los años nos traen arrugas
pero también sabiduría. Sé que nunca seremos las mismas personas de antes y que
también lloramos y nos arrepentimos de no haber hecho tal o cual cosa, más
nunca es tarde para recapacitar, pensar y realizar cambios en nuestra vida.
Pero antes que dejarnos llevar por el momento como en nuestra juventud;
pensemos bien las cosas, si hace falta meditemos muchos días o semanas, pues
ahora sabemos que los pasos importantes pueden llevarnos tanto a la felicidad
como a la tristeza.
A medida que pasan los años, es verdad, quizás no somos los
de antes, pero a nuestro modo, habremos alcanzado más belleza, inteligencia y
madurez. Ahora seamos personas que se sienten seguras de sí mismas, personas
sabias que no se dejan llevar sino que saben lo que quieren.
Igualmente, veamos a las personas tal como son, no sólo por
lo que tienen o lo que no poseen. Pues la vida nos enseña que eso carece de
importancia, que hay más felicidad en tener a alguien que sólo sea bondadoso
pero que esté siempre a nuestro lado.
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