No es bueno tener envidia en
nuestras vidas, es algo que nos perjudica en gran manera pues nos lleva a
hacernos constantes comparaciones con otras personas de un modo que no nos hace
bien, ni a nosotros ni a los que nos rodean. La envidia no es sana, sólo daña.
La envidia se nos genera a
causa de nuestra propia inseguridad en lo que hacemos o somos. Nos lleva a
buscar la aprobación de todos, a querer hacer más cosas de las que podemos, y
eso puede llegar a ser terriblemente agotador. Las personas que sufren este
mal, quizás actúan así de forma inocente, sin querer o sin darse cuenta… pero
debe ser algo muy terrible de vivir, pues te hace sufrir, caer en la
hipocresía, decir cosas desagradables… y finalmente nos vuelve en personas
destructivas.
Si conoces a alguna persona
envidiosa, con toda seguridad llegará a hacértelo pasar mal. Si eres tú la
persona envidiosa, lo pasarás mal y harás daño o cansarás a otros, sólo por tus
inseguridades.
La envidia es el miedo a no
ser aceptado por nuestro entorno, es “inseguridad total en nosotros mismos”. Es
fruto de dar demasiada importancia a lo que tienen y hacen los demás, e
intentar superarles para recibir la aprobación y admiración. O igualmente,
puede llevarte a criticar y echar abajo lo que los demás tienen, para que lo
que tú tienes, al ser comparado, crezca en valor. La envidia de ningún modo es
buena, y hay que tratar de controlar tal resentimiento porque sólo traerá
soledad a nuestras vidas.
No envidies, tú también tienes
algo especial, descúbrelo.
No te quemes comparándote
con otros, eso es frustrante y nunca edificante. No te enaltezcas por encima de
los demás, eso se nota cuando lo haces y en realidad es humillante. Recuerda
que todos los seres humanos somos débiles, que todos tenemos talentos que Dios
nos regaló, pero son diferentes, y es nuestro deber descubrir cuáles son.
No envidies, tú también
tienes algo especial, des
cúbrelo.
Es difícil reconocer que se
es una persona muy envidiosa. Si estás haciendo cosas por agradar a los demás,
por buscar su aprobación, o diciendo cosas con la intención de aumentar tu
reputación con respecto a otros, de que valoren lo que tienes o haces en
comparación con otros… es muy posible que tu motivación sea la envidia. Busca
ser sincero contigo mismo, y piensa que tal vez pudieras estar afectado por la
envidia.
Tratemos de controlar la
envidia: Agradezcamos cada día por lo que tenemos y carecemos. Tratemos de
actuar bien con los demás, esforcémonos, y no nos comparemos con nadie.
La envidia se da cuando te fijas en las
bendiciones de los demás, en lugar de disfrutar de los que tú ya tienes.
Para salir de la envidia
busca la belleza que hay en tu interior: Haz cosas buenas porque sientes que es
bueno hacerlas, no porque quieras recibir aprobación. Si actúas bien de corazón,
verás que recibirás más admiración que haciendo cosas buenas por llamar la
atención. Sé feliz y aleja de ti esos malos pensamientos, recuerda que siempre
habrá mejores y peores personas que tú.
Nunca debemos compararnos
con los demás, entendamos que somos únicos e irrepetibles, todos somos hijos de
Dios y tenemos que estar conformes con lo que hemos logrado, con los talentos
que Dios nos ha dado. Con independencia de que brillemos o no, debemos estar
felices disfrutando de este festín llamado VIDA.Y sí, algunas veces nuestro
estado de ánimo no es bueno y no podemos ver las maravillas que nos rodean, no
tenemos capacidad para contar nuestras bendiciones, que realmente son muchas…
Pero podemos pedirle a Dios que nos ayude a sanar nuestra alma, para que
sepamos estar felices con lo poco y lo mucho que tenemos. Y sobre todo, para que aprendamos a saber
agradecer también lo que tienen los demás, entonces sí conoceremos lo que es
vivir en paz, y con plenitud total.
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